Desde los hipócritas para sanar su sentimiento de culpa que tras alimentar a la bestia acuden a las numerosas llamadas a la caridad con los más necesitados como disfraz de su impostura, hasta la buena gente que se desvela en estas fechas por ofrecer ayuda porque la gente buena es así, buena, cándida y punto, no les pidas más.
Así, con caridad, la persona necesitada dejará de serlo por unos días para después regresar a la cruda realidad porque la caridad no acaba con el problema sino sostiene al necesitado en la misma situación. Caridad utilizada por una de las instituciones más viejas del mundo como herramienta para ganar adeptos a modo de ejército de pobres dependientes de una caridad que nunca intenta erradicar. Caridad humillante porque la mano que da está siempre arriba de la que recibe (proverbio africano).
La caridad crea pobreza, da votos, adeptos, mueve dinero a través de ONGs y organizaciones de dudosa credibilidad y escasa efectividad que precisan de la pobreza para que subsistan sus intereses económicos. Así, los poderes fácticos promocionan la caridad y deja en manos de la población los problemas que ellos deben solucionar.
Ya va siendo hora de erradicar la caridad, la detestable para unos y admirable caridad para otros, puesto que no ayuda a erradicar la pobreza porque no soluciona sus causas. Llega el momento en que los caritativos, tanto los hipócritas como los buenos y cándidos, comprendan que sus buenas y sanas intenciones necesitan dar un paso más: un paso para señalar, gritar, denunciar a los cupables y las causas que provocan la existencia de los actos caritativos. Ya va siendo hora de luchar para que la caridad en el siglo XXI sea cada vez menos necesaria, y para empezar, dejen ya de una vez de alimentar a la bestia.
Fuente: http://www.arucasblog.blogspot.com/
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